Sánchez y la brecha hacia un nuevo liderazgo
Hace menos de una semana el presidente del Gobierno lanzaba un órdago inédito en la política española. Se daba cinco días para reflexionar sobre si merecía la pena continuar al frente del gobierno de la nación. Inmediatamente, tanto la organización como las bases de su partido se movilizan para pedir a gritos que no se marche, que continúe, que sí merece la pena.
Siguiendo la génesis de estos días, debemos recordar que todo parece empezar a tomar forma con la respuesta de Pedro Sánchez, en el Congreso, a Gabriel Rufián; a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia de mi país. Pese a que aun no había trascendido la posterior decisión, la gravedad del gesto y la solemnidad de su respuesta parecían apuntar al difícil momento provocado por la imputación de Begoña Gómez, su esposa, tras una sorprendente denuncia de Manos Limpias.
Sánchez da un tirón al freno de mano de la actualidad política, y lanza su órdago ante la sorpresa, el estupor y el desconcierto de propios y extraños. La vicesecretaria del PP, Ester Muñoz es la primera en responder, y lo hace con rosario de ataques a toda la familia de Sánchez, poniendo cara y el sello del Partido Popular a las proclamas más duras de los medios más conservadores e, incluso, de digitales de dudosa credibilidad.
Construir un nuevo modelo de liderazgo para una nueva sociedad
Estos cinco días han dado para mucho y finalmente parece que Sánchez ha conseguir provocar la reflexión a la que llamaba a la ciudadanía. Las noticias, los comentarios, post e incluso memes han puesto de manifiesto que hay una brecha cada vez mayor entre dos modos de entender la sociedad, la política e incluso las relaciones entre personas. Podríamos decir que es el sempiterno debate entre realistas e idealistas, progresistas y moderados, liberales y conversadores, pero estaríamos equivocados. La brecha corre transversal a toda la sociedad y tiene que ver mucho más con los procesos, las formas y los métodos, que con las ideas y los contenidos.
Sánchez ha conseguido que el bloque de la izquierda empatice con él y su familia ante los ataques de la derecha y la extrema-derecha, pero sobre todo ha conseguido poner sobre sí el foco al denunciar el modo de hacer política que lo llevó a esa tesitura. La reflexión que subyace a las declaraciones de Pedro Sánchez es que hay una brecha generacional, temperamental y hasta cultural en el modo de entender la política. De un lado la política de frentes, de otro la del diálogo, a un lado lo ideal y las posiciones como dogmas, de otro la realidad, la respuesta situacional y transaccional para conformar mayorías, de un lado la Vox de la conciencia y al otro la oportunidad de Sumar.
El reto ahora para Pedro Sánchez es fundamentar, argumentar y construir este nuevo modo de hacer política y especialmente el modelo de liderazgo para la política para los retos de este nuevo siglo. Los razonamientos del s.XX han puesto de manifiesto que no son válidos para responder a los retos más graves del presente, desde la crisis climática a la guerra o el reto continúo a los DD.HH. La respuesta dogmática, la creación de frentes y la confrontación permanente están en la base de los choques actuales y la vuelta a un mundo donde la guerra gana terreno año a año.
Las personas en el centro de la política
Humanizar la política parece un reto, pero es el camino para conseguir construir un nuevo modelo de liderazgo político basado en la empatía, la integración y la identificación. Lo trató de hacer Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, lo hace Alexandria Ocasio-Cortez en EE.UU. y también lo hizo Carolina Bescansa con su bebé en brazos en el hemiciclo. Ahora Sánchez se ha cuestionado si liderar el gobierno de un país debe estar por encima del bienestar de su familia, si su esposa debe renunciar a su carrera profesional para evitar ser centro de ataques o si la familia debe asumir ser objetivo político y mediático.
Esta rehumanización del político debe ser la base para la rehumanización de la política, de los discursos, de los proyectos y de la implementación de las ideas. Hay una nueva generación que no compra productos tecnológicos en supermercados tras ver anuncios emotivos en la TV, sino que lo hace por internet tras leer reseñas en blogs, hacer comparaciones en webs y ver impresiones de compradores en redes sociales. Ese es el camino que van a seguir las políticas, las propuestas y los mensajes. El discurso grueso, emocional y de confrontación va a pasar, la política va camino del unboxing, y ya hay blogs y canales de Youtube que analizan de modo técnico y cuantitativo el impacto de las diferentes políticas. Sin duda, aunque parezca una contradicción, la rehumanización de la política pasa por la tecnificación que disipe con datos la bruma de las emociones superficiales de los discursos populistas y agresivos. El nuevo liderazgo construye mensajes racionales, enfocados en la realidad de las personas, de un modo práctico y concreto, frente a las banderas, las líneas rojas y los salvadores de las patrias y las ideas.